Sobre Software Libre

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El software como servicio. O de cómo producir programas libres y no morir en el intento

Jesús M. González Barahona

  Publicado originalmente en la revista TodoLinux
Número 25, pág. 12-13, Noviembre de 2002

Cada vez que se habla del software libre, y de si es o no viable como modelo de desarrollo, surge el tema de cómo se pueden generar recursos con él. O hablando más claramente, ¿de dónde sale el dinero? O más por lo llano aún, ¿cómo van a poder pagarse sus garbanzos los desarrolladores de software libre?

Desde luego, estas preguntas no tienen una única respuesta, pero creo que sí se pueden dar al menos unas ideas que favorezcan una discusión constructiva. Y entre ellas, la más importante, la que más soluciones puede ofrecer, es la que consiste en entender el software como un servicio, no como un producto.

De dónde sale el dinero

Cuando alguien pregunta: ``¿Cómo puedo obtener recursos si me dedico a producir software libre?'', probablemente olvida que hay al menos otra pregunta igual de difícil de responder: ``¿Cómo puedo obtener recursos si me dedico a producir software propietario?'' Porque tampoco hay una receta mágica que permita producir un buen programa propietario, poner la mano, y recibir el dinero que se pueda merecer por ello. No son, desde luego, extraños los casos donde un buen programa simplemente no tiene éxito comercial, y la empresa (o el desarrollador) que lo construyó no recupera de ninguna manera el esfuerzo invertido en él. Muchos miran las empresas de software propietario con éxito, y tienden a pensar que el asunto es bien fácil: ``si a ellos les ha ido bien...''. Mi consejo, en estos casos, es que miren a su alrededor. En su entorno cercano (en su ciudad, en su país incluso) ¿cuántas empresas informáticas locales tienen un modelo de negocio centrado en vender sus propios productos como software propietario? Normalmente las puedes contar con los dedos de muy pocas manos...

En el mundo del software libre, la situación es similar. Tampoco hay recetas mágicas. Y en el fondo, las cosas no son demasiado distintas. La mayor diferencia es que cuando tratas con software libre es muy difícil conseguir ingresos por venta de licencias del programa, que es en muchos casos la principal fuente en el caso del software propietario. Pero el resto de las vías de ingreso son básicamente las mismas...

El software como producto

Las empresas informáticas que centran su modelo de negocio en la venta de licencias de uso de programas propietarios que han construido, tratan el software como un producto. Un producto muy especial, sobre el que sólo te venden ciertos derechos, y sobre el que te impiden ejercer muchos otros (como el de copia, el de redistribución, el de mejora, etc.) Pero un producto al fin y al cabo. La relación entre el usuario y el productor es muy similar a la que tienes cuando compras un lapicero: ninguna. En la práctica, aunque a veces el usuario dispone de números de teléfono para resolver problemas, y aunque teóricamente podría tener derecho a que el fabricante le resuelva los problemas que su producto ocasione, ¿cuántas veces se usan (o sirven para algo)? En general, sólo cuando la venta incluye explícitamente condiciones de servicio. Esto es, cuando el fabricante no vende su programa como un mero producto.

Es importante darse cuenta de que detrás de la idea del software como producto está la suposición de que grupos muy grandes de usuarios tienen las mismas necesidades, y están dispuestos a adquirir un producto estándar que las atienda, y que nunca van a necesitar nada que no esté previsto en él (o al menos no van a estar dispuestos a pagar por cambiar lo que se les ofrece en el producto). Es la producción en masa llevada al campo de los programas: construye la infraestructura para fabricar un producto, y rentabilízala fabricando (y vendiendo) millones de ellos. Si acaso, cada pocos años, ofrece un producto mejorado, y vuélvelo a fabricar por millones.

Pero en el caso de la factoría informática, hay varias diferencias con los productos tradicionales. La fundamental, que se está tratando con algo tan dúctil como un programa. Algo que se puede modificar, adaptar o mejorar sin necesidad de grandes infraestructuras ni costosas inversiones. Cuando una empresa de automoción decide simplemente incluir un nuevo color en una de sus gamas de coches, tiene que reconvertir sus factorías, con costes no despreciables. Pero si a mí me interesa un nuevo menú en mi procesador de textos, alguien con conocimiento del programa lo puede hacer a un coste ridículo.

Si adaptar el programa al usuario es tan fácil, ¿por qué renunciar a hacerlo, cuando el usuario esté dispuesto a pagarlo? ¿Por qué va a preferir que le den café para todos?

El software como servicio

Muchas empresas informáticas viven precisamente de dar servicios, que pueden incluir (o no) algunos programas informáticos desarrollados por ellos. Porque esto es lo que demandan muchos usuarios, y además estos usuarios son los que habitualmente están dispuestos a pagar más dinero. Y esta vía de ingresos para nada está vedada a las empresas que producen software libre.

La consideración del software como un servicio, además de ser mucho más cercana a los intereses del usuario, supone un cambio muy interesante de las reglas de juego, y más cuando se trabaja con software libre. Supone que la importancia se traslada del código fuente en sí mismo (el programa) al conocimiento sobre el programa. Y esto es lo que los productores de software libre tienen que rentabilizar.

Por supuesto, sigue haciendo falta tener programas de calidad. Pero ahora se pueden realizar con mucha más facilidad, porque ya no se está obligado a construirlos completamente dentro de la casa. Se pueden usar componentes libres ya disponibles, o directamente reutilizar código de otros programas libres. Esto puede reducir considerablemente los costes de desarrollo. Además, es bien conocido que la fase de depuración de errores y pruebas se simplifica mucho si se sabe promover la ayuda de los usuarios.

En cualquier caso, una vez el programa esté desarrollado, el productor no podrá, en general, venderlo como producto (salvo a un precio muy bajo, pues no puede restringir la copia). Pero sí podrá venderlo como parte de un conjunto que ofrezca lo que el usuario quiera. Por ejemplo, podrá venderlo junto con una garantía de mantenimiento. O certificado para ciertas tareas. O incluyendo formación sobre su uso. En otras palabras, podrá ofrecer servicios basados en el programa. Y naturalmente, el servicio por excelencia (aunque no necesariamente el que más ingresos proporcione) será la adaptación del programa a las necesidades del cliente que esté dispuesto a pagar por ello.

¿Y qué gano desarrollando?

En este punto, siempre suele surgir la siguiente pregunta: ``Si lo que se vende es servicio sobre el programa, y no el programa en sí mismo, ¿qué ganas desarrollándolo? ¿Por qué no dar simplemente servicio sobre programas hechos por otros? Y en ese caso, ¿quién hace esos programas?''.

De nuevo, la respuesta no es simple, pero se pueden dar algunas pistas. En primer lugar, está la obviedad de que si el programa sobre el que quieres dar servicio no existe, tendrás que desarrollarlo. Éste es el caso si quieres abrir un nuevo nicho de mercado para el software libre. Y naturalmente, en esta situación serás el primero en tener un programa libre en ese nicho... Y dar el primero es dar muchas veces. Cualquier potencial competidor que quiera usar tu producto para proporcionar servicios basados en él está en desventaja contigo. Primero porque eres la fuente original del programa. A poco que lo sepas gestionar, serás el punto de referencia fiable para cualquier usuario. Además, si todo el desarrollo lo ha hecho tu empresa, tendrás el mejor conocimiento sobre el programa, y recuerda que es justamente de ese conocimiento del que puedes obtener ingresos. Por último, mientras controles el desarrollo del programa de forma satisfactoria para tus usuarios, tú serás el que siempre sepa con un poco de antelación por dónde van las cosas. Naturalmente tendrás que rentabilizar esta ventaja, pero las cosas están de tu parte.

En segundo lugar, puede que simplemente te interese desarrollar el programa para competir, quizás basándote en otro programa libre ya existente. En ese caso, podrás hacer el desarrollo por un coste relativamente pequeño, y diferenciarte mucho de tu competencia. En el momento en que tu programa sea un producto claramente diferente, estás en la misma situación que he descrito en el párrafo anterior.

Y hay más escenarios. Por ejemplo, puede que lo que ocurra es que hagas un pequeño desarrollo y que un competidor lo mejore mucho haciendo un programa diferenciado. Si es mucho mejor que el tuyo, quizás te interese incorporar sus mejoras en el tuyo. Si elegiste correctamente la licencia, tu competidor se va a ver forzado a compartir sus mejoras contigo, y tú simplemente tendrás que copiarlas y adaptarlas a tu programa para posicionarte mejor.

En cualquiera de estos casos, el productor no tiene garantizado un modelo de negocio, pero tiene ventajas competitivas que puede aprovechar para conseguir la rentabilidad. Al final, como siempre en una empresa, será una combinación de buen producto, buena gestión, buena comercialización, satisfacción del cliente y suerte lo que hará que tu empresa (o tu negocio personal) prospere. Pero al menos reconocerás que hay posibilidades...

¿Y qué gano haciendo que el producto sea libre?

Otra pregunta interesante es ésta, ``¿y por qué voy a hacer que mi programa sea libre?''. Además de motivos éticos muy importantes, habitualmente esta pregunta tiene una respuesta muy simple: porque te va a ayudar a competir mejor. Y en muchos casos, aún más: porque sólo así tienes alguna oportunidad.

Por ejemplo, considera el caso de los programas ofimáticos. Imagina que desarrollas un estupendo programa, que puede hacer lo mismo que el líder en el mercado. ¿Crees que venderás muchas licencias si lo tratas de comercializar como software propietario? ¿Por qué lo va a querer el usuario en lugar del que lleva usando mucho tiempo? La única forma viable, hoy día, de entrar en ese nicho es mediante un programa libre. Puede que de esa manera tengas éxito o no, y consigas (o no) muchos ingresos. Pero si te sales del modelo de software libre, tus posibilidades son realmente mínimas.

Por supuesto, la situación puede no ser la misma en otros nichos, y tendrás que hacer un análisis cuidadoso. Y en cualquier caso, no olvides que puede que sea un competidor tuyo el que entre en tu mercado con un producto libre. Tendrás que estar en una posición muy fuerte para poder mantenerte como líder, y conservar tu fuente de ingresos...

¿Y ahora qué?

Para tener una panadería boyante no basta con ser un buen productor de pan. Hay que ser también un buen empresario, y aplicar todas las estrategias posibles para rentabilizar y dar publicidad a lo que se produce. El mundo del software libre no es muy diferente. Ofrece oportunidades, pero hay que saber aprovecharlas. Hasta aquí sólo he tratado de mostrar cómo la percepción del software como servicio te puede dar una idea de cómo conseguir ingresos, y cómo eso no está reñido con dedicarlos fundamentalmente a la producción de programas. El resto, desde luego, es mucho más complejo.

Pero si te animas a explorar este camino, no olvides que no eres el primero que lo hace, y que hay empresas que sobreviven en un mundo tan complejo como el de las tecnologías de la información desde hace años dedicándose a producir, mantener y dar servicios basados en software libre. Analizando cómo funcionan, se puede aprender mucho. Aunque claro, siempre hay que considerar la posibilidad de probar nuevas ideas, y de descubrir un nuevo modelo de negocio... Ocurre pocas veces, pero ocurre.

Libro "Sobre Software Libre" - - http://gsyc.escet.urjc.es/~grex/sobre-libre